Muchos dicen que la vida está llena de sorpresas, algunas agradables y otras muchas, muy agrías.
Que podemos hacer, si en esta vorágine de cosas que vivimos nada es controlable por nosotros, todo es fruto de acciones y reacciones que si bien es cierto, podemos ser partícipes, a veces llega con retraso, tanto que crees que son cosas nuevas que aparecen para desestabilizarte en los peores momentos, nada más detestable que un golpe que viene del pasado y que fue acumulando energía en ese trayecto.
Las sorpresas son muchas, pero la más impresionante es aquella que se disfraza de algo común y en el último instante debela su verdadero significado, quitándote el tiempo de reacción y simplemente caes, desecho, con la cara de admiración o dolor que produce descubrir algo que está ahí cuando jurabas que no podría estarlo.
La esperanza es mierda a colores...
Hay momentos en que amas, y amas mucho, pero ese amor no es sinónimo de felicidad para las dos personas que son parte de ese juego, eso es feo, pero ¿sabes que es más feo? Creer con todo tu sentimiento y tu mente, que aún te aman.
Cuando aún crees que te aman hay dos cosas que pueden pasar, luchar y superar todo para alcanzar a ese amor de tus días que está esperando encontrarse de nuevo contigo para buscar caminos hacia esa felicidad prometida una y cien veces. Lo otro que puede pasar, es que no te amen y encontrarte con una pared inmensa e invisible que te detiene con un golpe seco y aunque sigues intentando pasar, te sigue golpeando, produciendo cada vez más dolor sobre esas heridas ocasionadas en los primeros golpes. Esa pared, que sientes pero que no ves, es parte de esa ilusión que está en tu mente diciendo que aún esa persona te ama y que solo falta dar más de ti para todo mejore y la sonrisa en su rostro se pose frente a tus ojos y llegue hasta la parte más recóndita de tu cerebro, alterando todas tus células de felicidad, esa pared ilusoria hiere, golpea y hace daño, hace daño porque no quieres ver, porque nadie te dice que tengas cuidado, nadie te advierte que no es lo que parece, y que aunque la felicidad esté a la vuelta, esta nunca llegará y solo será una broma de la vida para que te golpees hasta que te des cuenta que hay cosas que si sigues insistiendo solo porque no puedes ver el impedimento, sangrarás y llorarás de dolor.
Ese golpe sobre lo que creías que no existía es más allá de un dolor del momento, es un golpe que te vuelve temeroso, te vuelve precavido, te hace sentir que en cualquier momento encontrarás otro muro invisible que te hará reabrir esas heridas que ya no quieres sentir. Caminas lento, caminas con un pie dubitativo que a veces no quiere avanzar, caminas a veces en círculos sobre zona segura y llegas a cerrar tus horizontes y dejas de vivir.
Cuando aún crees que te aman, lo más fácil es creer que aún también te odian.
¿Sabes?, yo era un tipo muy bravo y ahora enfrento tu ausencia y parece ser mi último trago.
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